Junio es, por lo general, un mes de despedidas para nuestros jóvenes. Este año, sin embargo, ha sido un poco diferente. A pesar de la tardanza en el arranque del proyecto y el calendario apretado con exámenes finales, ¡hemos querido mantener las puertas abiertas para quienes más lo necesitan!
La primera semana de junio la dedicamos a combinar el estudio con la emoción de preparar nuestra fiesta de fin de curso. Tras cada sesión de repaso, nuestros chicos y chicas se volcaron en la decoración, la organización y la planificación de sus papeles en el gran día. ¡La ilusión se palpaba en el ambiente!
El miércoles 4 de junio, Gloria, nuestra educadora, nos regaló las últimas «Buenas tardes» del curso con una preciosa parábola: el final del curso como una cometa. Fue un momento de profunda reflexión para todos. Los chicos se tomaron un instante para recordar este año que ya se acaba y elegir qué aprendizajes y momentos se quedaban en su corazón.
El jueves 5 de junio llegó el día más esperado: ¡nuestra fiesta final con temática hawaiana! Con el calor apretando en León, buscamos una tarde refrescante y llena de diversión.
La tarde arrancó con un emotivo discurso de despedida a cargo de una de nuestras chicas, que se encargó de redactarlo y leerlo en voz alta ante todo el equipo, voluntarios, familias y amigos y amigas. Después, Gloria les sorprendió con un vídeo recopilatorio de los momentos más bonitos y divertidos del curso, seguido de un pequeño regalo de recuerdo para cada persona.
Cuando los discursos terminaron, subimos al patio y ¡la fiesta estalló! Empezamos con una serie de juegos que nos ayudaron a combatir el calor y soltar risas: el «pistolero» con pistolas de agua, el ingenioso «bebe y canta» y, por supuesto, la infaltable mímica, ¡que tanto les encanta! Lo mejor es que cada juego fue dinamizado por uno o dos de los peques, demostrando su capacidad de organización y animación.
Para rematar la tarde, abrimos nuestro «bar» con dos camareros de lujo, también chicos del proyecto. Servían deliciosos cócteles sin alcohol como piña colada, mojito o San Francisco. No faltó la buena música y muchísima comida. ¡La diversión estaba más que asegurada!
Fue una tarde realmente bonita y divertida, donde todos disfrutamos muchísimo: Ver sus sonrisas y compartir esos momentos es la mejor recompensa al esfuerzo de todo el año.
¡Ahora, a recargar energías para un nuevo curso lleno de aprendizajes y aventuras!
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